Es común, entre los
mortales, mostrar curiosidad por la historia familiar de los
antepasados y descendientes de una persona. Particularmente, a mis
recién cumplidos 46 años, siento curiosidad no tanto por la
ascendencia sanguínea, sino por redescubrir mi genoma de pensamiento
fruto del linaje filosófico de la humanidad de mi familia cultural.
Para ello, a modo de entretenimiento, he decidido dibujar mi propio
árbol genealógico filosófico personal con la intención de
conocerme un poco más, lo que implica enlistar los pensamientos de
los grandes pensadores de la historia occidental que resuenan en mi
genoma como individuo pensante, de una forma organizada y
sistemática, todo desenpolvando los viejos estudios de filosofía,
consciente de mis propias contradicciones por humano, profundamente
humano. El árbol, en órden cronológico de linajes genealógicos
filosóficos, lo he dividido en grandes familias históricas de
pensamiento para mayor claridad de exposición.
I.-FAMILIA GENEALÓGICA
DE PENSAMIENTO DE LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA
(De
la 1º a la 6ª línea generacional de mi árbol de pensamiento
personal)
1ª-Linaje genealógico
Presocrático
Mi árbol genealógico
filosófico personal parte de los genes del pensamiento demostrativo
de los presocráticos, que ya no se limitan a escuchar relatos, sino
que con su observación y reflexión crítica tratan de captar algo y
al mismo tiempo razonarlo, creando así el pensamiento conceptual,
germen de la filosofía de occidente. Y si algo marca mi ascendencia
de pensamiento presocrático es justamente la búsqueda del arkhé,
el origen esencial de todas las cosas en un mundo tan variado en
formas y postulados. Así como la visión pitagórica de la idea de
armonía cósmica, donde la forma y la materia se revelan a través
de las matemáticas. Pero si algo de los genes presocráticos resuena
en mi esencia como persona pensante es el heraclitismo con su
principio de impermanencia: todo fluye en un devenir de eterno
cambio, pero no de manera anárquica, sino dentro de un logos
común. Un gen de pensamiento que en mi persona casa con otro gen de
pensamiento que pueda parecer opuesto, el de Parménides, quien
afirmaba que nuestros sentidos nos dan la ilusión del devenir y
consiguientemente de la multiplicidad, en su búsqueda aparentemente
paradójica del conocimiento sobre el todo y el uno. Una cápsula de
pensamiento que se complementa con genes presocráticos
complementarios como es la idea de Empédocles de que toda la materia
está creada por partículas comunes últimas o primigénitas, la
idea de Demócrito del movimiento eterno, y la idea de Anaxágoras de
la existencia de un espíritu como fuerza vital que causa el
movimiento y a la vez lo dirige todo con sentido.
2ª-Linaje genealógico
Sofista
En la segunda línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
el gen del pensamiento de Gorgias con su relativismo universal, donde
no existe la verdad absoluta, y si existiera, no se podría conocer
y, en el caso que se pudiera conocer, no se podría explicar
humanamente. Así como el gen filosófico del relativismo subjetivo
de Protágoras, donde todo es percibido dependiendo de la posición
subjetiva de cada persona, siendo el hombre la medida de todas las
cosas pensadas.
3ª-Linaje genealógico
de Sócrates
En la tercera línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal
encuentro, con especial importancia, el gen del pensamiento
socrático, para quien la filosofía era más práctica que teoría.
El gen de pensamiento por excelencia de la búsqueda del qué y del
porqué, así como del arte filosófico de inducir a ver y vivir el
bien moral como areté (virtud). Y todo ello desde la ironía
anti irónica del “sólo sé que no se nada”.
4ª-Linaje genealógico
de Platón
En la cuarta línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal
encuentro, con relevancia destacada, el gen del pensamiento
platónico, el cual cuenta con una ascendencia singular sobre el
mundo de las ideas, el hombre, el Estado, y Dios.
El gen platónico en
materia del mundo de las ideas determina la estructura de mi
pensamiento sobre las virtudes del hombre como entidades ideales a
las que continuamente se aspira (Ética). Unos valores que se escapan
a las ciencias matemáticas, que son eternos, atemporales e
inespaciales, pero que a su vez nunca son rígidos e inmóviles, pues
pertenecen al mundo de las ideas (kosmos noetos) y desde él
se revelan al hombre -mediante arquetipos- a través del pensamiento
como facultad cognoscitiva, con independencia de una posible
experiencia relacionada.
El gen platónico en
materia del hombre determina la estructura de mi pensamiento sobre
que si el ser humano configura su vida conforme a los arquetipos
eternos del mundo de las ideas (mito de la caverna), no solo viene a
dar con su mejor yo, hallando lo debido y lo bueno, sino que se hace
más libre, siendo el camino del conocimiento de la esencia de los
arquetipos la inteligencia y la sabiduría.
El gen platónico en
materia del Estado determina la estructura de mi pensamiento sobre la
búsqueda del bien común por parte del Estado y sus gobernantes, una
organización basada en la razón y la verdad, en la libertad y el
querer moral. Y en la convicción que toda polarización de la
gestión pública conlleva como reacción el cambio en sus
contrarios.
Y, por último, el gen
platónico en materia de Dios determina la estructura de mi
pensamiento sobre que el alma y el espíritu no son productos de la
materia, sino preexistentes. Y que la figura de Dios es tanto la idea
creadora de lo existente como de los arquetipos eternos del mundo de
las ideas.
5ª-Linaje genealógico
de Aristóteles
En la quinta línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal
encuentro, con relevancia también destacada, el gen del pensamiento
aristotélico, el cual cuenta con una ascendencia singular sobre la
lógica, la metafísica y la ética.
El gen aristotélico en
materia de la lógica determina la estructura de mi pensamiento sobre
que el pensamiento utiliza tres recursos básicos: el concepto que
busca la esencia o destaca lo universal de algo dentro de su
diversidad, el juicio como asociación de conceptos para emitir un
veredicto sobre la realidad desde un enfoque de verdad lógica y
sujeta al determinismo subjetivo (y por tanto relativo) de la persona
que lo emite, y el raciocinio (silogismo) que no escapa del
conocimiento adquirido a través de los sentidos.
El gen aristotélico en
materia de metafísica determina la estructura de mi pensamiento
sobre la idea de que tenemos la capacidad de obtener el conocimiento
de lo que precede a lo que se manifiesta, a lo físico, un
conocimiento sobre la consecuencia o fundamento de éste. Y asimismo,
condiciona mi creencia sobre que el movimiento (energía) es uno de
los principios del ser, siendo el movimiento el acto anterior a la
potencia; es decir, la realización de toda posibilidad existente. Y
que todo movimiento tiene un fin concreto (otro principio del ser),
por lo que en el mismo concepto de una cosa está ya incluido su fin
(entelequia). Por ello, lo acabado de algo nunca está en su fin (en
términos de finalización), sino en su principio, y por naturaleza
el fin es anterior.
Y, en tercer lugar, el
gen aristotélico en materia de ética determina la estructura de mi
pensamiento sobre la idea de que la ética es aquello que encarna los
valores del mejor ideal del hombre, cuyas virtudes esenciales son la
sabiduría, la prudencia, el valor, la justicia, el dominio de sí
mismo, la generosidad, la nobleza de espíritu, la grandeza de alma,
la dignidad personal, la mansedumbre, la veracidad, la cortesía, y
la amistad. Siendo así, pues, la ética como algo debido, bello,
recto y razonable que representa el principio del bien moral. Y por
lo que el hombre moralmente recto no hace el bien por placer o favor,
sino por el bien en si mismo. Por otro lado, el gen del pensamiento
aristotélico influye en mi genética filosófica al entender el
hombre como un ser sociable por naturaleza, siendo el Estado una
característica extensiva natural del ser humano, por lo que -a la
luz de la ética aristotélica- el Estado debería ser la consumación
de la moralidad terrestre (ética del Derecho y la Gobernanza),
siendo los derechos fundamentales y libertades de los hombres
características preexistentes a su propia naturaleza.
6ª-Linaje genealógico
de la época helenística y romana
En la sexta línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
la huella genética que conforma la estructura de mi pensamiento en
las grandes escuelas filosóficas de la época helenística y romana:
la estoa, el epicurismo y el neoplatonismo.
El gen de los estoicos
fundamenta mi pensamiento filosófico en la prescripción de que las
pasiones internas deben dominarse, y en caso que el rigor de la
virtud pueda verse comprometida, incluso extinguirse. Un gen duro de
pensamiento y de orgullosa virtud donde resuena como eco la filosofía
de vida de Séneca y Cicerón: hay que “abstenerse y soportar”,
solo la razón debe dominar mediante el imperativo que habla en ella.
El gen de los epicuros,
en contraposición, fundamenta mi pensamiento filosófico
equilibrando la dureza del estoicismo con la filosofía del placer de
la vida, el deseo de gozar, permitiendo así una armonía entre
opuestos.
Mientras que el gen
neoplatónico fundamenta mi pensamiento en una filosofía que se
confunde con la religión, donde Filón de Alejandría deja huella
con memoria celular en mi persona sobre la idea de la existencia de
un Dios trascendente, mejor que bueno, más perfecto que perfecto,
que además es un Dios personal, y donde la creación surge de la
nada (o de una materia eterna), habiendo seres intermedios que sirven
de mediadores entre el mundo y Dios (el completamente otro), el cual
no puede captarse en absoluto mediante nuestros conceptos de
temporalidad. Una marca genética que se complementa con el “Uno”
de Plotino, en sentido de la negación de lo múltiple y en sentido
del Primero de todo, del que emana el mundo y del que todo fluye,
donde “lo múltiple es semejante al Uno, pero no el Uno a lo
múltiple”, siendo lo divino solo semejante a Dios, sin ser Dios en
sí mismo. Y donde lo múltiple, regresa al Uno como reverso de su
emanación.
II.-FAMILIA
GENEALÓGICA DE PENSAMIENTO DE LA EDAD MEDIA
(De
la 7ª a la 8ª línea generacional de
mi árbol de pensamiento personal)
7ª-Linaje genealógico
de la Patrística
En la séptima línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
la huella genética que conforma la estructura de mi pensamiento en
la patrística (cristianismo antiguo), que aboga por la libertad de
espíritu en tanto que el hombre debe seguir su conciencia personal
aun cuando sea errónea. Dentro de esta línea genealógica de
pensamiento cabe destacar una subfamilia genealógica con
personalidad filosófica propia que debo remarcar: los sublinajes de
San Agustín (el maestro de occidente) y Boecio (el último romano).
7ª.1-Sublinaje
genealógico de San Agustín
En esta primera sublínea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
el gen del pensamiento agustiniano, el cual cuenta con una
ascendencia singular sobre la verdad, el alma, y la ciudad de Dios.
El gen agustiniano en
materia de la verdad determina la estructura de mi pensamiento sobre
la idea principal de que no hay que buscar fuera, sino en uno mismo,
“pues en el interior del hombre reside la verdad”, siempre a la
luz de un espíritu racional, pero sin ser un siervo dócil.
El gen agustiniano en
materia del alma determina la estructura de mi pensamiento sobre la
idea nuclear de que el hombre es propiamente alma, “un alma que
tiene a su disposición un cuerpo mortal”.
El gen agustiniano en
materia del Estado o la Ciudad de Dios determina la estructura de mi
pensamiento sobre la convicción de una lucha eterna entre los
poderes del bien que tienen que luchar constantemente contra los
poderes del mal en la tierra, sobre el fundamento neoplatónico de
que lo imperfecto vive sólo de lo perfecto y es pura decadencia,
privación o negación que en el fondo carece de sustancia y al que
siempre hay que contrarestar en búsqueda del bien.
7ª.2-Sublinaje
genealógico de Boecio
En esta segunda sublínea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
el gen del pensamiento boeciano con filosofemas tan importantes como
que el hombre es un individuo, es decir, algo peculiar, con impronta
propia e irrepetible; el hombre es libre, aunque perciba el orden
como un deber obligatorio; y, el hombre bueno es el más fuerte y
dichoso, ya que en su razón tiene su fuerza y su felicidad (versus
el hombre malo, que a pesar de su fuerza física -o poder-, es el
más débil y el más desgraciado, ya que su sinrazón le hace débil
y le priva de la paz).
8ª-Linaje genealógico
de la Escolástica
En la octava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
el gen escolástico, donde enseñar y aprender gozaba entonces de una
importante relevancia social, y donde el hombre contaba más que la
máquina y el dinero. Dentro de esta línea genealógica de
pensamiento cabe destacar una subfamilia genealógica con
personalidad filosófica propia que debo remarcar: San Anselmo de
Cantorbery, Pedro Abelardo, San
Bernando de Claraval, escuela de Oxford, Santo Tomás de
Aquino, Ockham, y Nicolas de Cusa.
8ª.1.-Sublinaje
genealógico de San Anselmo de Cantorbery
En esta primera sublínea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
el gen del pensamiento de San Anselmo de Cantorbery con la huella
genética que marca mi convicción de que ninguna fe no puede nunca
prescindir del saber, ni el saber de la fe, para alcanzar algún tipo
de conocimiento.
8ª.2.-Sublinaje
genealógico de Pedro Abelardo
En esta segunda sublínea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se haya
una raíz genética que marca una de las constantes pendulares
contradictorias de mi pensamiento: el subjetivismo medieval de
Abelardo, quien enseñaba que los valores universales -como la moral
o el pecado- son únicamente opiniones que no representan un saber
cierto, y que el decidir sobre lo que es esencial y no esencial
depende totalmente de nuestra atención subjetiva.
8ª.3.-Sublinaje
genealógico de San Bernando de Claraval
En esta tercera sublínea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se haya
la mística de San Bernando de Claraval, el cisterciense que deja
huella en mi genoma de pensamiento sobre que la humildad es grande y
la soberbia pequeña, y que la dialéctica puede ser palabrería vana
e insustancial y la verdad puede ser escueta y sencilla.
8ª.4.-Sublinaje
genealógico de la escuela de Oxford
En esta cuarta sublínea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal está el
maravilloso gen de pensamiento de la escuela de Oxford del siglo XIII
en plena alta escolástica, el cual me permite adoptar una actitud
empírica en combinación con un pensamiento idealista (platónico).
8ª.5.-Sublinaje
genealógico de Santo Tomás de Aquino
En esta quinta sublínea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el aristotelismo cristiano de Santo Tomás de Aquino,
remarcando mi genoma de pensamiento en materia de Derecho y Estado.
La huella filosófica tomista remarca la necesidad del temor del
castigo en el Derecho no como un objetivo, sino como un elemento
persuasivo y de prevención a fin de que las personas hagan
libremente lo que deben de hacer. Mientras que la huella filosófica
tomista del Estado es, al igual que para Aristóteles, derecho y
moralidad, donde los ciudadanos deben ser educados por el Estado para
una vida feliz dotada de sentido y de valor, pues si bien el Estado
nace de las necesidades de la vida, debe tener como fin una vida
“buena” para sus ciudadanos.
8ª.6.-Sublinaje
genealógico de Ockham
En esta sexta sublínea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se revela
un genoma de pensamiento ockhamisniano propio que contrarresta al
genoma platónico de cuarta línea generacional, al negar todo
universal anterior a las cosas y en las cosas mismas, concibiendo al
arquetipo universal solo un signo en el mismo pensar humano, una
creencia, una convención y una ficción.
8ª.7.-Sublinaje
genealógico de Nicolas de Cusa
En esta séptima sublínea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se haya
el genoma del pensamiento cusano de la idea de totalidad u omnidad de
la realidad (omnitudo realitatis) que aparece a través de la
razón. Pues la inteligencia deslinda las cosas, en la sede de los
opuestos, pero la razón trasciende y circunscribe las partes en un
todo bajo la idea gráfica de que en el infinito desaparecen todas
las diferencias y coinciden todos los extremos opuestos. Un “todo
está en todo” anaxagórico que el gen del pensamiento cusano se
encarga de delimitar bajo el principio filosófico de la sabia
ignorancia (docta ignorantia) del ser humano, puesto que todo
conocimiento humano solo es una conjetura desde el momento que
formamos parte de la infinidad que intentamos conocer.
III.-FAMILIA
GENEALÓGICA DE PENSAMIENTO DE LA EDAD MODERNA
(De
la 9ª a la 22ª línea generacional de mi árbol de pensamiento
personal)
9ª-Linaje genealógico
de Franscisco Bacon
En la novena línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
la huella genética renacentista que conforma la estructura de mi
pensamiento sobre la idea de que el hombre es “Dios en la tierra”,
siendo el filósofo del método empírico, Bacon, del que heredo el
pensamiento de que “el Saber es poder”, y que la ciencia de la
naturaleza necesitará siempre de la filosofía, de su metafísica y
de su ética, si quiere llegar a dominar los poderes que ha
conjurado.
10ª-Linaje
genealógico de Descartes
En la décima línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se haya,
con especial importancia, el padre de la filosofía moderna,
Descartes, cuyo racionalismo impregna mi estructura del pensamiento
con la duda radical como punto de partida de la filosofía en un
marco subjetivista donde el pensar lógico puede errar, axioma que
maestralmente coexiste con la certeza de que sobre la duda misma no
se puede dudar, por lo que mi existencia depende de mi pensamiento:
Pienso, luego existo (Cogito ergo sum).
11ª-Linaje
genealógico de Spinoza
En la onceava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal está el
genoma de Spinoza, cuyo legado racionalista sobre mi estructura de
pensamiento personal es el saber que la felicidad humana solo se
logra cuando se llega a ser un verdadero hombre, es decir, sabio.
12ª-Linaje
genealógico de Leibniz
En la doceava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el racionalismo de Leibniz quien alienta a mi estructura de
pensamiento a buscar el todo sin olvidar lo individual (mónada),
bajo el principio de armonía preestablecida que dictamina que todo
está en conexión mútua, todo está en todo (como en Axanágoras,
Platón, Plotinio y Cusano), pero sin que asimismo lo individual
pierda autonomía. Una armonía preestablecida, dentro de un todo
superior que lo conforma, que permite un proceso apriorístico en el
conocimiento humano mediante las ideas innatas que nos permite
dirimir entre verdades de razón y verdades de hecho. Y cuya
perfección del hombre viene por vía de la elevación del ser,
siendo la felicidad, el placer, el amor, la perfección, el ser, la
fuerza, la libertad, la armonía, el orden y la belleza cosas ligadas
entre sí.
13ª-Linaje
genealógico de Hobbes
En la treceava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el empirismo de Hobbes, que introduce la ruptura radical
con los genomas de la metafisica aristotelicoplatónica, donde no hay
ni trascendencias ni verdades eternas, marcando mi estructura de
pensamiento personal en materia del hombre como ciudadano del Estado
bajo la máxima de que el hombre es un lobo para el hombre, por lo
que se requiere de un contrato social político que tenga afecciones
directas sobre la moral y el derecho.
14ª-Linaje
genealógico de Locke
En la catorceava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el empirismo de la filosofía inglesa de Locke, que influye
decididamente en mi estructura de pensamiento tanto en las ideas
innatas como capacidades nativas del entendimiento humano, que son
comienzos apriorísticos de las eternas verdades de razón que nos
sitúan por encima de la experiencia (mediante la abstracción y la
coexistencia de conceptos); tanto en la concepción del Estado como
origen en los individuos y su libre querer, un querer que en lo
esencial se rige por las ideas del bien común y del poder del Estado
mismo que se equilibran mediante la novedosa filosofía de la
división de los poderes (de los Estados modernos), y que representa
el reconocimiento incipiente de los derechos inalienables de la
naturaleza y del hombre.
15ª-Linaje
genealógico de Hume
En la quinceava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el empirismo de Hume en mi estructura de pensamiento sobre
el entendimiento humano como proceso de asociación de ideas para
crear conceptos, si bien estos conceptos deben considerarse como
relativos pues solo valen tanto cuanto vale el material de
experiencia que les sirve de base, y que toda verdad queda
psicologizada, puesto que debido a la costumbre solo consiste en una
sensación de expectativa o verosimilitud.
16ª-Linaje
genealógico de Rousseau
En la decimosexta línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra la ilustración francesa de Rousseau, cuyo genoma de
pensamiento solo incide levemente en mi estructura de pensar personal
sobre el concepto de una educación ideal por encima de la cultura,
como un eco lejano y reivindicativo -no sin ciertos recelos- del
ideal de la naturaleza humana como reacción directa a una visión
racionalista-deista de un Voltaire del que no tengo legado
genealógico filosófico.
17ª-Linaje
genealógico de Thomasius
En la decimoséptima
línea generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra la ilustración alemana de Thomasius, cuyo genoma marca mi
estructura de pensamiento personal en materia de filosofía del
derecho como un ordenamiento de la vida instintiva y afectiva del
hombre, en cuanto ser sensitivo que busca su ventaja, por lo que debe
ser reducido a sus justos límites con los correspondientes medios
materiales y físicos del poder.
18ª-Linaje
genealógico de Kant
En la decimoctava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
el gen del pensamiento del idealismo alemán de Kant, con especial
relevancia, el cual cuenta con una ascendencia singular en mi sobre
el idealismo crítico, la crítica de la razón pura, la crítica de
la razón práctica, y la crítica del juicio.
El gen kantiano en
materia de idealismo crítico determina la estructura de mi
pensamiento sobre la armonía que representa el hecho de que ni el
subjetivismo tiene por qué ser individualista, ni el idealismo tiene
por qué significar una negación del mundo exterior o una renuncia a
la objetividad.
El gen kantiano en
materia de crítica de la razón pura, que tiene como objeto de
estudio el conocimiento, determina la estructura de mi pensamiento
sobre la idea (como contrapeso a los empiristas) de que en nuestro
conocimiento hay elementos que proceden de nosotros mismos y que
están presentes a priori, antes de toda experiencia, que
tienen el mismo sentido para todo espíritu que piensa y por tanto
son estrictamente necesarios, pero que solo se pueden conocer
subjetivamente (e imperfectamente) en términos
lógico-trascendentales, ya sea a a través de la estética
(percepción), del análisis o de la dialéctica trascendental.
El gen kantiano en
materia de crítica de la razón práctica, que tiene como objeto de
estudio la voluntad, determina la estructura de mi pensamiento sobre
el deber moral como un apriorismo de la esencia del hombre, con
carácter universal que es independiente de los tiempos,
circunstancias o individuos, y del que tiene como consecuencia la
libertad del hombre. Un deber moral y una libertad que, no obstante,
solo son buenos si procede de la razón (que por sí misma es
práctica). Y de la que se deriva un principio moral básico: “Obra
de modo que siempre, tanto en tu persona como en la persona de
cualquier otro, tomes a la humanidad como fin, y jamás la utilices
como simple medio”. Por otro lado, el genoma del pensamiento
kantiano sobre la crítica de la razón práctica también influye en
la estructura de mi pensamiento respecto a sus postulados sobre la
inmortalidad y Dios, mediante la premisa que la inmortalidad se
impone por la consideración de que el hombre nunca alcanza
perfectamente el ideal moral, sino que deberá siempre aspirar a él
acercándose indefinidamente; y que si podemos esperar que el buen
obrar moral haya de ser recompensado, como por otra parte en la
naturaleza sensible no existe un equilibrio justo, debemos admitir la
existencia de una razón suprema que ordene conforme a las leyes
morales y al mismo tiempo sea, como causa, fundamento de la
naturaleza, es decir, que sea tan poderosa que pueda otorgarnos la
felicidad. Mientras que en materia de Religión y de Estado, el gen
kantiano de la crítica de la razón práctica marca mi estructura de
pensamiento personal sobre la idea de que los datos históricos de
revelación de la religión deben ser interpretados, hasta que por
fin se desprenda de ellos una enseñanza moral; y que el fin de la
historia universal ha de ser crear la mejor constitución del Estado,
una liga de naciones con vistas a la paz perpetua, para conseguir lo
cual no solo hace falta civilización, sino también cultura, y a la
cultura pertenece en primera línea la moral.
El gen kantiano en
materia de la crítica del juicio, que tiene como objeto de estudio
el sentimiento, determina la estructura de mi pensamiento sobre la
idea de que todo fin puede ser subjetivo, si es establecido por el
hombre, y objetivo si se da en la naturaleza misma. Un juicio de
valor que en el fin en la naturaleza exige, además, la idea de un
ser supremo, inteligente, que establezca fines de manera regulatorio.
19ª-Linaje
genealógico de Fichte
En la decimonovena línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el empirismo del idealismo subjetivo de Fichte, que
contraponiendo el dogmatismo kantiano, introduce la idea
revolucionaria en mi estructura de pensamiento personal de que en el
principio no era el Logos (como defendía Platón), sino la acción.
Y que junto al yo hay un no-yo realmente trascendente, que en un
principio se nos da a conocer a través de nuestro yo, pero que en su
modo diferente de ser es eso superior que necesitamos si queremos ser
perfectamente “yo”.
20ª-Linaje
genealógico de Schelling
En la veinteava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el idealismo subjetivo de Schelling, como reencuentro del
dogmatismo kantiano y el idealismo subjetivo fichteriano, que permite
a mi estructura de pensamiento personal hacer coexistir la vida y el
alma como principios relacionados constitutivos de la naturaleza,
siendo la naturaleza y el espíritu idénticos en el fondo. He aquí
mi genoma de pensamiento sobre la concepción del mundo como una obra
de arte divina, donde lo infinito desciende en forma visible a lo
finito, convirtiéndose lo finito en símbolo de lo infinito, en una
unidad de cuerpo y alma, de naturaleza y espíritu, de ley y
libertad, de individualidad y vigencia universal (rememorando a
Platón). Un mundo en el que a pesar de la existencia de elementos
irracionales, la luz siempre acaba triunfando sobre las tinieblas.
21ª-Linaje
genealógico de Hegel
En la veintiunava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el idealismo absoluto del panlogismo de Hegel, con su
célebre máxima de que el filósofo es Dios mismo, el cual cuenta
con una ascendencia singular en mi estructura de pensamiento personal
sobre la dialéctica.
El gen hegeliano en
materia de la dialéctica determina la estructura de mi pensamiento
sobre la idea de que todo está en movimiento y todo lo estable o
permanente no es sino un momento de ese movimiento eterno, quedando
así es suspenso los principios de identidad y contradicción, pues
si quisiéramos ver cualquier cosa como es en realidad deberíamos
pensar justamente todas las condiciones de que depende en su
historia, y deberíamos también pensar lo que ha de manar de él en
sucesiones infinitas, pues al final la verdad es el todo. Un genoma
de pensamiento que marca mi estructura pensante, a su vez, con una
filosofía de contrarios sobre la base de que la vida misma es la
síntesis de lo individual y de lo general, donde el concepto de
flujo es irrealizable si no existe, a su vez, algo estático.
22ª-Linaje
genealógico de Schopenhauer
En la veintidosava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
encuentra el ocaso del idealismo con el pesimismo de Schopenhauer, un
genoma de pensamiento de mi estructura pensante personal que debo
reconocer que ha marcado pasajes de mi propia y contradictoria
existencia humana, profundamente humana, pero cuya influencia se ha
ido desvaneciendo a lo largo de los años entrada la madurez. Un gen
schopenhauriano marcado por la idea de que a través de la voluntad
nos ponemos en contacto con el mundo de las cosas en sí y esta
vivencia es más intensa que la intuición y representación sensible
en el conocimiento, pues “los últimos secretos fundamentales los
lleva el hombre en su propio interior y éste le es accesible en la
forma más inmediata”. Por lo que en un mundo donde la marcha del
hombre es un caer contenido, y su vida una muerte en diferido, la
negación de la voluntad -que es la negación del mundo y que se
logra sumiéndose en el nirvana (mística cristiana y budista) con la
renuncia a todos los deseos hasta la pérdida de la conciencia del
yo-, permite elevarse por encima del espacio y del tiempo y de la
singularidad humana para alcanzar la sabiduría que posibilita la
contemplación de lo universal, lo uno en sí.
IV.-FAMILIA
GENEALÓGICA DE PENSAMIENTO DEL SIGLO XIX
(De
la 23ª a la 28ª línea generacional de mi árbol de pensamiento
personal)
23ª-Linaje
genealógico de Kierkegaard
En la veintitresava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
el genoma de la revolución cristiana de Kierkegaard en mi estructura
de pensamiento personal, entendiendo por existencia lo inédito e
intransferible del yo y de sus decisiones, concibiendo que “la
historia de la vida individual avanza en un movimiento de situación
a situación, donde cada una de estas situaciones se establece por un
salto”, y significado por la idea principal de que lo que me hace
falta es “llevar una vida perfectamente humana, no una vida de puro
conocimiento, hasta llegar a cimentar mis reflexiones intelectuales
sobre algo... tan hondo como las más profundas raíces de mi
existencia, por las que estoy, por así decirlo, inserto en lo
divino”. Pero, asimismo, el gen del pensamiento kierkegaardiano me
empuja a reclamar un cristianismo completamente nuevo donde los
sacerdotes sean poderosos en callar y en tolerar, maestros de
abstenerse de juicios y anatemas, que sepan usar su autoridad
temperándola con el arte del desprendimiento y desinterés,
preparados, educados y formados para obedecer y sufrir, de modo que
sepan aliviar, exhortar, edificar, conmover, pero también rendir
mediante la obligación de la propia obediencia, en un reencuentro de
los escritos ascéticos de la Iglesia.
24ª-Linaje
genealógico de Nietzsche
En la veinticuatroava
línea generacional de mi árbol genealógico filosófico personal
marca mi estructura de pensamiento personal la filosofía de la época
vitalista y existencialista (que no nihilista) de Nietzsche con el
nuevo ideal de cultura de tipo heróico-estético del hombre,
elogiando el libre pensamiento intelectual-socrático sintetizado en
la máxima de “humano, demasiado humano”, y teniendo la vida como
objetivo filosófico.
25ª-Linaje
genealógico del Pragmatismo
En la veinticincoava
línea generacional de mi árbol genealógico filosófico personal
encuentro la filosofía práctica del pragmatismo en mi estructura de
pensamiento personal, donde no es suficiente describir la
fenomenología del mundo de manera crítica conforme las leyes
lógicas o trascendentales, sino que se requiere la voluntad de
dominarlos y hacerlos manejables al hombre para podernos sentir bien
en el mundo y hacernos crecer positivamente como seres humanos. El
gen del pensamiento pragmático respeta la libertad del individuo, y
por influencia de Fr. A. Lange asienta la idea en mi estructura
pensante que lo que interesa saber no es qué es verdadero y qué
falso, sino solo qué necesita el hombre, y en esta necesidad fundar
el valor de la religión como el de los ideales en general; mientras
que por influencia de W. James, entender que “al fin y al cabo,
nuestros errores no son cosas tan terribles. En un mundo en el que,
pese a todas nuestras preocupaciones, no podemos evitarlos, cierta
dosis de despreocupación y ligereza es cosa más sana que una
excesiva ansiedad”.
26ª-Linaje
genealógico de la Metafísica Inductiva
En la veintisextava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
la metafísica inductiva en mi estructura de pensamiento personal
bajo la marca genética de Gustav Th. Fechner con la idea de que hay
que tratar de llegar en la metafísica a una configuración de la fe
religiosa que no sea mera construcción conceptual al servicio de tal
o cual pragmatismo, sino que sin renunciar al pensar crítico y a la
conciencia científica pueda también admitirla el hombre de la
ciencia, puesto que la metafísica debe partir de la experiencia,
debe ser inductiva, pero luego conducir más allá. Un genoma
metafísico inductivo que se completa con el gen del pensamiento de
Herman Lotze sobre la idea de que los valores son vigencias
objetivas, y que dada la fundamental conexión del mundo, toda
causalidad debe estar incluida en una causalidad universal.
27ª-Linaje
genealógico de Trendelenburg
En la veintiseptava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal está
marcado por la metafísica clásica del neoaristoletismo de
Trendelenburg que incide en orientar la estructura de mi pensamiento
personal (casi) siempre hacia lo eternamente verdadero, desde la base
que no es preciso que cada pensador empiece desde el principio para
inventar cada vez una filosofía completamente nueva, ya que la
filosofía, en líneas generales, está ya encontrada “en la
concepción orgánica del mundo fundada por Platón y Aristóteles,
desarrollada a partir de ellos y capaz de ulterior desarrollo y
perfeccionamiento, con una investigación más profunda de los
conceptos fundamentales de los aspectos particulares, y mediante un
fecundo intercambio con las ciencias empíricas”, siendo el derecho
natural la base de la ética.
28ª-Linaje
genealógico de la Neoescolástica
En la veintioctava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
la influencia, dentro de mi ser pensante en continua contradicción
por humano, profundamente humano, con las tesis de la metafísica
clásica de la neoescolástica fundamentada sobre que hay verdad en
general y existen verdades eternas; que el conocimiento del hombre
está condicionado subjetivamente, pero no es pura subjetividad
relativa, sino que está orientado hacia el ser mismo, por lo cual
tiene un lado objetivo que domina la subjetividad; que el ser mismo es
por consiguiente cognoscible; que se puede distinguir entre ser
creado e increado, substancia y accidente, esencia y existencia, acto
y potencia, ejemplar y copia, estratos del ser corpóreo, viviente,
anímico y espiritual; y que el alma del hombre es inmaterial,
substancial, espiritual e inmortal.
V.-FAMILIA GENEALÓGICA
DE PENSAMIENTO DEL SIGLO XX
Hasta 1971 como año máximo de
fallecimiento de pensadores y en concordancia con la fecha de mi
nacimiento.
(De
la 29ª a la 34ª línea generacional de
mi árbol de pensamiento personal)
29ª-Linaje
genealógico de Bergson
En la veintinovena línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
el genoma de la filosofía de la vida o vitalismo de Bergson con su
impulso vital (élan vital) como expresión del “Ser”,
quien marca la idea en mi estructura de pensamiento personal de que
para apreciar debidamente la vida no basta el pensar
científico-matemático (ya que éste es siempre mecánico,
esquemático y analítico), sino que para la vida necesitamos la
intuición y su mirada al todo, con fineza de comprensión para poder
vivir lo interior, único e intransferible; como también necesitamos
conocer la libertad para avanzar más allá de lo mecánico y poder
estimar en su debido valor la espontaneidad, ya que donde hay
espontaneidad y libertad también hay alma y consciencia de sí. El
genoma vitalista de Bergson deja la huella de pensamiento en mi
código genético personal de que si ser es vida, y vida es alma y
consciencia, entonces el ser en cuanto tal es consciencia, pero no
solo consciencia pensante, sino consciencia que es vivencia, impulso,
duración, libertad, invención, energía y dinámica creadora.
30ª-Linaje
genealógico de la Fenomenología
En la treinteava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se haya
la influencia de la fenomenología, si bien soy consciente que más
que filosofía es solo un método para saber y descubrir la condición
misma de las cosas, de verlas, describirlas y presentarlas de forma
convincente. Este genoma cuenta con la marca de Husserl en la
estructura de mi pensamiento personal que me permite entender que las
esencias se intuyen mediante una reducción fenomenológica que
despeja lo accesorio, lo meramente factual, para aferrar lo esencial,
pero no solo en sentido universal, sino como la ideación valedera en
sí misma que posee un ser objetivo, intelectual y pensable. Un
genoma que se complementa con la marca genética, asimismo, de
Scheler que me permite entender que si uno contempla lo absoluto, no
lo contempla en sí, sino que contempla su propio pensar de lo
absoluto, pero no lo absoluto, sino el suyo. Y que, conforme al gen
scheleriano, los valores son entidades, aunque no lo sean más que en
las cualidades de nuestros actos, pero que como entidades son
necesarios y a la vez son fines a priori de nuestro obrar
moral; y que no tienen necesidad de ningún precepto obligatorio sino
que en sí mismos son algo que idealmente debe ser, que espera ser
realizado por el obrar humano, de lo que se concluye que las
personas no “son”, sino que “se hacen”.
31ª-Linaje
genealógico de Whitehead
En la treintaunava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se haya
el idealrealismo de Whitehead que marca la estructura de mi
pensamiento personal sobre la idea de que en realidad todo está
orgánicamente tratado, y cada esencia real existente “siente”
las demás, pero que es el pensamiento quien lo disgrega todo
dividiéndolo en partes que luego se consideran autónomas, por lo
que la sensibilidad es el camino para reconocer lo otro y el todo, el
camino para llegar a la realidad. Pues la experiencia del mundo es
posible mediante los llamados objetos eternos, que nos permiten leer
en el dato sensible -como reminiscencia de las ideas platónicas-,
pero estos objetos eternos solo son posibilidades, pues necesitan del
medio de lo real para manifestarse, pero al mismo tiempo son ellos
también los que hacen posible lo real, ya que lo real es por lo
ideal y lo ideal no puede existir sin lo real.
32ª-Linaje
genealógico de Hartmann
En la treintadosava línea
generacional de mi árbol genealógico filosófico personal encuentro
el genoma de la ontología fenomenalista de Hartman que marca la
estructura de mi pensamiento personal con la idea de que el
conocimiento no es una producción de objetos, sino la captación de
algo que existe anteriormente a nuestro conocimiento y es
independiente de él, por lo que todo conocimiento es siempre un
extenderse más allá de uno mismo (trascendencia gnoseológica). El
genoma de Hartmann introduce en mi genética pensante que cuando
arrancamos nuestros conceptos al reino de los seres, éstos conceptos
siempre son hipotéticos, puesto que -al igual que en las ciencias
naturales- solo nos acercamos al ser mediante ciertas hipótesis y de
esta manera lo describimos, lo calculamos y lo predecimos, debiendo
luego quedar a la expectativa de si se verifica o no nuestra
“ciencia”; puesto que fuera de esto, queda todavía un
considerable residuo no conocido, de modo que no tenemos la menor
razón de identificar el ser con lo verdadero. De igual manera, del
gen hartmanniano viene mi concepción -evolucionada desde Platón-,
que los valores son a priori y tienen un ser en sí, siendo
impotentes por aguardar su realización por parte del hombre, para el
que significa un deber ser ideal, pero que no le obliga, sino que lo
deja completamente libre, con lo cual asegura su autonomía.
33ª-Linaje
genealógico de Jaspers
En la treintatresava
línea generacional de mi árbol genealógico filosófico personal se
haya el existencialismo alemán de Jaspers en mi estructura de
pensamiento personal, bajo la máxima de que “la existencia solo se
esclarece con la razón, y la razón solo tiene contenido con la
existencia”, pues razón y existencia son los dos grandes polos de
la vida, siendo la existencia una sintonía de vida y espíritu. Este
genoma jaspersiano condiciona mi concepción de que el
esclarecimiento de la existencia es más bien como un llamamiento a
las posibilidades de uno mismo, en un constante poner en juego las
tensiones entre espíritu y vida, con lo cual estas posibilidades van
continuamente esclareciéndose y fortaleciéndose para llegar a
descubrir lo mejor que dormita en ellas. Un genoma filosófico
jaspersiano que marca mi estructura pensante sobre la exigencia de que
el hombre no debe asentarse nunca en ninguna parte, sino que esté
siempre en camino, abierto a todo, aspirando por tanto a una
comunicación absoluta, pueto que “se trata de romper esa
configuración que va estableciéndose como algo definitivo, de
dominar en su relatividad todos los puntos de vista concebibles”.
Un gen existencialista alemán que me marca en la idea de que el
fracaso es el que principalmente nos lleva adelante, pues en él
experimentamos la fragilidad relativa del mundo, ya que todo lo que
nos sale al paso, todo lo que nos sucede es solo símbolo y cifra,
nada es la realidad y la verdad misma, y que solo es este seguir
hacia adelante se manifiesta la trascendencia como posibilidad de las
posibilidades, como el “movimiento de una lógica filosófica”.
34ª-Linaje
genealógico de Ortega y Gasset
En la treintacuatroava y
última línea generacional de mi árbol genealógico filosófico
personal encuentro, con especial estimación, el raciovitalismo
(Perspectivismo y Razón Vital) de Ortega y Gasset, quien marca en mi
estructura de pensamiento personal la idea de que todo contenido de
consciencia es, por definición, fragmentario, y no sirve para
ofrecer el sentido del mundo y de la existencia, solo de aproximarnos
a ésta a través de la filosofía, puesto que “Yo soy yo y mi
circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”, siendo la
realidad circundante la que “forma la otra mitad de mi persona”;
por lo que la verdad absoluta, omnímoda, puede ser la suma de las
perspectivas individuales o de éstas más una parte fuera de la
perspectiva (no vista), que, por eso mismo, son parcialmente
verdaderas. Asimismo, el gen gassetiano marca de manera especial y
remarcada en mi genoma pensante la concepción negativa de la figura
atemporal del “hombre-masa”.
Treinta y cuatro linajes
geanológicos filosóficos de los que soy descendiente directo y que
definen mi pensamiento contradictorio por humano, profundamente
humano, que determinan la naturaleza evolutiva de mi propia evolución
filosófica en vida. Y es que, al final, no podemos dejar de ser en
esencia lo que somos.
En un punto del Mediterráneo, a 31 de enero de 2018